Había una vez, una escritora que no sabía que lo era
una editora que vagaba a su encuentro que tampoco sabía que lo era. Un
batallón de antipáticos sucesos abrieron sus ojos, su cerebro comenzó a
gestar una idea. La idea peregrina cómo no, suponía renuncias, cambios,
desencuentros, abandonos, censuras, y muchas muchas palabras
deshabitadas de afecto.
Resulto que las dos estaban más cerca de lo que creían...
Atrevid@s si lo son, continuen...
No hay comentarios:
Publicar un comentario