El tiempo muerto delata cuerpos sin afecto, agazapadas y rancias costumbres que, de entre guerras oscilan en lamentos infectados de pananoias.
Las preguntas nunca son imnaculadas, por eso las respuestas siempre están contaminadas.
Es buena la contaminación, las palabras raídas, manoseadas, ultrajadas, cuchicheadas, voceadas... hacen mejor caldo.
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