Respeta la obra, respeta al autor

Respeta la obra, respeta al autor
RESPETA LA OBRA, RESPETA AL AUTOR

Enriqueta de la Cruz entrevista a Marisa Peña para www.cronicapopular.es

Enriqueta de la Cruz

Periodista y Escritora
Hablamos con una maestra en la materia: Marisa de la Peña, que trabaja con material sensible: nuestros adolescentes. Y es poeta con obra publicada.
Si una inmensa mayoría desconoce todo lo que nos han arrebatado, no podrá luchar por ello
Si una inmensa mayoría desconoce todo lo que nos han arrebatado, no podrá luchar por ello
Tuvo por abuela a una miliciana de la cultura, a una mujer libre. Y de su padre recuerda una anécdota cuando le dijo a una señora que buscaba tomates “muy rojos y bien duros”: “De esos, señora, ya quedamos pocos”.
Hablamos ella y yo frente a una taza de té de todo esto, y nos reímos sanamente de lo rojas que somos, y de lo duro de la situación. Hablamos de los derrotados de una causa invencible: la de la cultura y la libertad. Hablamos de la enseñanza hoy y de sus causas y problemas y de sus canciones de cuna: “Mis nanas de cuna fueron “A las barricadas” , “Ay Carmela” y “Puente de los franceses”, nos dice.
Conocí a Marisa en una cena literaria y popular, nada de círculos elitistas de medio pelo, pedantes e inaccesibles, velados o invisibles. Sí, la nuestra fue una velada poética abierta, entrañable, de conocimientos a compartir, vaso de vino y charla, allá por Leganés, un día de hace años. Enseguida me llamó la atención esta chica optimista, esta mujer en lucha, al tanto de las cosas que merecen la pena…
Como a esos grandes hombres que llevaban medio pan y un libro bajo el brazo, letras y cine a lomos de un burro, poemas y promesas ciertas y alas de mariposa hasta los más recónditos rincones donde habitan los semejantes, a nosotras nos gusta lo llano, la gente, que se extienda el conocimiento. Y así, compartimos el gusto por la literatura del exilio… Y de la República, porque a decir verdad, es que son nuestra inteligencia echada a perder. Ese lo mejor de España citado por Aub, que criminalmente fue expulsado. Y tontamente, pues desde aquellos días no hemos olido seso del bueno y no es que seamos la gallina ciega, que diría don Max, es que somos el gallito negro y traicionero de aquella canción de Chicho Sánchez Ferlosio, que camina a tontas y a locas. De ahí todo lo que ha venido…
La cabeza roja, valiente, cortada, viva en los corazones, de esa España decente que fue arrancada y que intentan borrar de nuestra memoria, es hoy más necesaria que nunca. Y por eso, en esta entrevista le rendimos homenaje, y la compartimos para conocimiento general. Marisa nos habla de María Teresa León y Sender, de Garfias, de Rejano, y tantos otros imprescindibles como Hernández, la verdad. Ella, en esta clase magistral. No es sólo recordar las obras que hay que leer, es conocer más y quebrar ese miedo al conocimiento que impera en España, aún.
Marisa, háblanos de la literatura del exilio, ¿qué debemos saber que aún no conozcamos?
De la literatura del exilio se sabe muy poco, demasiado poco. Apenas unos nombres mencionados de pasada en algunos manuales de secundaria, y estudios o monográficos muy especializados en la universidad, fuera de la programación oficial, y siempre de la mano de profesores adscritos a ciertas tendencias claramente cercanas a la sociología literaria o a la literatura de las ideas, como Rodríguez Puértolas o Blanco Aguinaga. A mí, personalmente, en la Complutense de aquellos finales de los 80 ningún profesor me explicó ni me hizo estudiar a ningún autor que hubiera desarrollado gran parte de su obra en el exilio, exceptuando los casos de aquellos que comenzaron mucho antes, como los poetas de la República, mal llamados generación del 27. Puestos a saber deberíamos saberlo TODO.
¿Por qué esa ausencia de referentes, esa desmemoria?
La cultura de la desmemoria, del “hacer olvido” es un mal endémico del franquismo. Es una de las herencias recibidas, junto con el miedo a significarse, la apatía política, la desafección por la participación, el miedo a la libertad, la confusión entre democracia participativa y democracia vigilada. Permíteme que cite a mi admirada María Teresa León, una de esas desconocidas imprescindibles, para explicar la ausencia de referentes y la necesidad de acudir al verdadero hilo que nunca debió romperse: “Todos los desterrados de España tenemos los ojos abiertos a los sueños. León Felipe aseguró que nos habíamos llevado la canción en los labios secos y fruncidos, callados y tristes. Yo creo que nos hemos llevado la ley que hace al hombre vivir en común, la ley de la vida diaria, hermosa verdad transitoria. Nos la llevamos sin saberlo, prendida en los trajes, en los hombros, entre los dedos de las manos… Somos hombres y mujeres obedientes a otra ley y a otra justicia que nada tenemos que ver con lo que vino y se enseñoreó de nuestro solar, de nuestros ríos, de nuestra tierra, de nuestras ciudades. No sé si se dan cuenta los que quedaron por allá, o nacieron después, de quiénes somos los desterrados de España. Nosotros somos ellos, lo que ellos serán cuando se restablezca la verdad de la libertad. Nosotros somos la aurora que están esperando. Un día se asombrarán de que lleguemos, de que regresemos con nuestras ideas altas como palmas para el domingo de los ramos alegres. Nosotros, los del paraíso perdido.” Estas maravillosas palabras de Memoria de la melancolía son un compendio de lo que pudo ser y no fue, de lo que los señoritos, los militares, el ejército y la Iglesia (con sus loables excepciones, claro está) no dejaron que fuera jamás.
¿Aún se sigue fomentando el no conocer a nuestra inteligencia expulsada?
“La cultura de la desmemoria, es una de las herencias del franquismo, junto con el miedo a significarse, la apatía política, la desafección por la participación, el miedo a la libertad y la confusión entre democracia participativa y democracia vigilada”.
Claro, de ahí lo que hemos apuntado. Lo que no se conoce no se añora. Si una inmensa mayoría desconoce su verdadera herencia arrebatada no podrá ni querrá luchar por ella. Conocer  las ideas que todos estos grandes hombres y mujeres de nuestra cultura intentaban sembrar en los yermos campos de una España hambrienta y miserable, sería la mejor manera de encontrar el camino perdido.  El que empezaron a abrir aquellos maestros y maestras republicanas que corrían tras las mariposas y prometían a sus alumnos de tierra adentro que, un día, los llevarían a ver el mar… España entera quiso ver el mar y eso no iban a permitirlo aquellos que lo veían por derecho divino y estirpe social aquellas voces se silenciaron a golpe de cuneta, de cárcel y de destierro. Y los que sobrevivieron se callaron porque el miedo cocinado a fuego lento es muy difícil de sobrellevar.
Sin embargo, esos desconocidos son la España interesante, referente, la España buena, o decente, como decía Aub, el grande Max Aub.
Una inmensa generación de hombres y mujeres valientes, dignos, ilusionados, dispuestos a llevar la cultura a todas partes, a lomos de burros y de furgonetas, de casas del pueblo, de ateneos libertarios, de bibliotecas, de tertulias, todo ello al margen de los que siempre lo habían hecho, de los que habían tenido durante siglos el monopolio del saber y de la educación. Aquello fue demasiado para las oligarquías caciquiles, para la iglesia todopoderosa, para los empresarios, para los generalotes de medio pelo, para la nobleza venida a menos y la burguesía venida a más. Así que  pagaron cara su osadía, sus ventanas abiertas, sus deseos de cambio, sus aires de libertad. La España que perdió, los derrotados de una causa invencible, que diría Casaldáliga.
De los más interesantes, creo yo, Aub y Sender, ¿quiénes más? Háblanos de Rejano, Altolaguirre, Garfias y otros, por favor, de su obra, y anécdotas, figura personal, etc.
Aub y Sender son palabras mayores. También toda la nómina del 27: Alberti, Salinas, Guillén, Cernuda, Altolaguirre, Prados. Yo tengo debilidad por León Felipe (Españoles del éxodo y el llanto), por Bergamín, Rejano, Garfias, y muy especialmente por María Teresa León. Rejano es uno de los grandes olvidados, lo que más me impresiona de su biografía es el final, tan metafórico de aquella generación perdida: vio la muerte del general Franco, y cuando estaba preparando su regreso a España murió. Garfias es otro injustamente silenciado, por su claro compromiso con el comunismo, creador del famoso poema Asturias, musicado y dado a conocer por Víctor Manuel. Se alcoholizó, le pudo la pena. Murió en México, la tierra que lo acogió. Altolaguirre empezó a despuntar en el mundo del cine, regresó a España para recibir un premio en el festival de cine de San Sebastián y murió en un accidente de coche… a mí nunca me cuadró mucho pero en fin.
¿Cómo les fue fuera?
Ir al exilio supone dejar atrás un armario lleno de recuerdos y vivencias y arrastrar un baúl lleno de tristezas y melancolías. María Teresa León utiliza este poema del cancionero medieval en  uno sus cuentos del libro La bella del mal de amor: “ Si muero en tierras extrañas/ lejos de donde nací/ ¿quién tendrá piedad de mí?” Creo que resume muy bien cómo les fue fuera. Ni de allí ni de aquí. Siempre mirando a España. “España que perdimos no nos pierdas”, decía Garfias. Muchos, sobre todo los que llegaron a México o a Argentina, pudieron rehacerse económicamente, trabajando en universidades y editoriales, gracias a la enorme generosidad de aquellos países hermanados por la lengua y la historia. Especial mención merece México y la figura de su presidente Lázaro Cárdenas, el único realmente leal al gobierno republicano hasta el final. Más difícil lo tuvieron los que pisaron tierras más “extrañas”. César Arconada en Rusia; Salinas, Guillén o Sender, en Estados Unidos. Francia fue también un lugar de enorme llegada de refugiados, pero todos sabemos que los que allí llegaron huyeron tras la llegada de los nazis casi todos hacia Hispanoamérica. Los que no pudieron huir, como Rivas Cherif, fueron repatriados por la Gestapo y encarcelados en España. Ninguno abandonó nunca esa sensación de orfandad, de hilo roto, de derrota. Eso marca para siempre. Toda la obra del exilio, ya sea prosa o poesía, está vertebrada  en torno a ese dolor, a esa patria perdida, a esa esperanza republicana malograda. Más incluso que a la guerra civil. De ahí tantas biografías y autobiografías noveladas o no: La forja de un rebelde, de Arturo Barea, La arboleda perdida, de Alberti, Memorias de la melancolía, de María Teresa León. Hay un poema de Cernuda, de su libro Las nubes, que refleja perfectamente ese sentimiento de desarraigo:
“Ellos , los vencedores
caínes sempiternos,
de todo me arrancaron,
me dejan el desierto.”
Algunos volvieron pero, como dijera el periodista Gregorio Morán, ya sin fuelle, caso de Zambrano y otros. Todos se tuvieron que hacer la foto con el Rey. Lo primero, el sometimiento que no en todos los casos fue en igual medida, por cierto, pero el retrato sí…
Todo formaba parte de la gran puesta en escena de la Transición. La chaqueta de pana, la libertad sin ira, el olvido, la página pasada sin leer…y los republicanos exiliados volviendo a casa y siendo recibidos por el delfín de Franco maquillado para la ocasión. Ceder, perdonar, mirar hacia delante eran propósitos muy loables para una generación diezmada, hundida, vencida, vapuleada. Ellos no querían que sus hijos y nietos pasaran por lo mismo, pero fue una estafa. De aquellos barros estos lodos. No se limpiaron las cloacas, no se exigieron responsabilidades, no se abrieron las cunetas, no se pidió perdón ni se exigió justicia. Muchos se acercaron a la figura del Rey como deferencia democrática, como mal menor, sin ocultar su republicanismo. Aub no lo hizo, Bergamín tampoco. Alberti o Rosa Chacel, sí… Muchos  ya no pudieron volver y algunos eran tan mayores que eran muy fáciles de manejar, y ya no tenían muchas fuerzas para imponer sus condiciones.
Intelectuales antifascistas y otros documentos
Me gusta mucho cuando hablas de la cara complementaria, es decir, de aquello que, como Pamuk dice, dicen los autores en sus entrevistas, en otros escritos, etc., que no están tan a lo bestia reflejado en su propia obra y sin embargo, completan la visión del poeta, del novelista, etc. Es decir, aquellos textos donde también vuelcan su personalidad, lo que piensan, etc. Háblanos de esto, de textos que desconozcamos que sean interesantes, lecturas que no nos debemos perder.
Somos lo que leemos, lo que escribimos, lo que decimos y las causas que decidimos defender. Ningún autor está desanclado de la realidad. El no definirse, el no tomar partido es también una forma de definirse. Las obras destilan ideas, eso es inevitable. Hasta no tomar partido es una postura ideológica. Pero no sólo en las obras encontramos rastros ideológicos, huellas del pensamiento de tal o cual escritor, hay documentos no literarios que adquieren un enorme valor a la hora de comprender mejor la ideología o la toma de postura ante un hecho histórico de relevancia o una problemática social. Las entrevistas en diarios y programas radiofónicos de la época nos dibujan interesantes perfiles de autores como Lorca, Alberti, Machado, Juan Ramón Jiménez, etc. Recomiendo encarecidamente las entrevistas realizadas a Lorca, que se recogen en la Antología Completa dirigida por Francisco Rico para la editorial Círculo de Lectores. Un paseo por las hemerotecas de la época
nos proporciona un valioso legado para completar la imagen de los artistas como ciudadanos de una España inmersa en uno de sus más decisivos momentos históricos. La alocución al pueblo de Fuentevaqueros con motivo de la inauguración de su biblioteca es un  discurso pronunciado por Lorca que sirve de claro ejemplo y testimonio irrevocable de ese entusiasmo republicano, y pienso, sin lugar a dudas, que debería ser de obligada lectura en institutos y bibliotecas. Mención especial merece también la creación de la “Alianza de intelectuales y escritores antifascistas” cuyo congreso aglutinó en Valencia, en medio de las balas, a los más prestigiosos autores del momento bajo la bandera del antifascismo, cuando el invierno de las águilas voraces  ya extendía sus alas sobre la ciega Europa.
Qué decir, sí, del poeta, del escritor comprometido, no ausente, no autista? Realmente, ¿de esa faceta en la que se dan por completo a los demás…?
“Toda la obra del exilio está vertebrada en torno a la patria perdida, a esa esperanza republicana malograda”.
Ser poeta o escritor no puede ser sólo asumir tu propio dolor, huir a lejanos confines donde  nada te compete. Los escritores que se consideren a sí mismos comprometidos saben que escribir es asumir también el dolor ajeno, el dolor del otro, comprenderlo, elaborarlo y saberse parte de él. La gran mayoría de los escritores que marcharon al exilio eran escritores comprometidos con su tiempo, con la realidad que les tocó vivir. Se reconocían como parte de aquella historia  y de aquella sociedad convulsa, y así lo demostraban en sus obras.
Miguel Hernández, quien más conectó con el sentir del de abajo, de donde procedía…  Machado, hay en él cuestiones que no se conocen como ese Machado enarbolando la bandera de la República, la bandera del abajo las cadenas de la monarquía y la corrupción… Dínos.
Miguel Hernández es un autor fascinante, tanto por la calidad indiscutible de su obra (por mucho que  haya críticos que hayan intentado calificar, o descalificar, de “poesía de urgencia” a muchos de sus poemas escritos al calor de la contienda y que forman parte de  los imprescindibles Viento del pueblo o El hombre acecha.), como por su dimensión humana, casi épica en lo que a su papel en la defensa de la República se refiere. Un héroe improvisado, un resistente improvisado como tantos hombres y mujeres anónimos que caminaron hombro con hombro en aquella desigual defensa de la legalidad republicana y de un futuro forjado en los ideales de “pan, justicia y libertad”. Aunque su origen es humilde, tampoco es totalmente cierta la imagen del cabrero pobre, ya que su familia poseía algunas tierras y ganado, poco, ya que no eran terratenientes sino campesinos acomodados, labriegos modestos y de mentalidad conservadora. Desde muy pequeño tuvo que compaginar los estudios con el trabajo de cabrero, pastoreando las cabras de su padre, de ahí su contacto con la naturaleza, y con la vida dura que supone  esforzarse cada día para poder vivir dignamente. Nunca pasó hambre pero sí vio y conoció a los que la pasaban, compañeros de plaza y juegos. Su conciencia social se despertó muy pronto y por eso, en cuanto tuvo ocasión y , a pesar de la educación católica y ultraconservadora que había recibido, simpatizó con el movimiento obrero y con el partido comunista. Su aversión por las élites y las imposturas, así como su falta de decoro y diplomacia en situaciones extremas le granjeó algún que otro enemigo literario ( no se llevaba demasiado bien con Alberti y con Cernuda, admiraba a Lorca pero su verdadero y gran amigo fue Aleixandre, que lo adoraba). Pero su cercanía y su compromiso sin fisuras ni medias tintas le abrieron las puertas del respeto y la admiración del pueblo, de donde siempre han salido y siguen saliendo sus mejores lectores. La lealtad y el compromiso de Hernández son inapelables y su triste final es otra de las muchas metáforas de cómo castigó nuestra triste España a los que tan diferente la quisieron: exilio, cuneta y cárcel. ¿Y qué decir de D. Antonio… de su lealtad, su entrega, su lucha más allá de sus fuerzas anímicas y físicas, su desgaste del que dan testimonio las últimas fotos con Corpus Barga y su hermano camino de la frontera? Sus proclamas pro republicanas en Hora de España deberían ser también de obligada lectura para todas las generaciones.
Los comprometidos y el Nihilismo del 98
Cuéntanos la diferencia entre 98 y la generación de la República, nihilismo frente a otras actitudes…
02_02El 98 afronta todos los problemas de aquella España finisecular y caduca desde una postura nihilista cercana a la ataraxia y la desafección. Hay un distanciamiento doloroso, individualista y morboso que enlaza con el romanticismo y los convierte en negativos y pesimistas. Todos menos Machado y Valle Inclán, aunque realmente es Machado quien aporta ese entusiasmo que, de inmediato, recogerán los autores que conforman la generación también llamada de la República, proyecto político al que se entregan con verdadera pasión. Entusiasmo y esperanza frente al decadentismo y el pesimismo. Ahí radica la verdadera diferencia. Y en eso Machado no se queda atrás. En eso y en la alegría… “la fe que es alegría, alegría, alegría” que escribiría Alberti en su poema Niebla. Todas las declaraciones de autores como Lorca, Alberti, Cernuda, Altolaguirre a periodistas de la época, o, más tarde, en sus memorias, apuntan a esa emoción, esa entrega, esa proyección de futuro entusiasta y luminosa. Y no sólo sus declaraciones muestran claramente su apoyo a los proyectos iniciados por el nuevo gobierno, sino sus propias acciones, su participación en las Misiones pedagógicas que tanto entusiasmaron a Casona, a Cernuda o a María Zambrano. No nos olvidemos tampoco de la importante labor cultural que supuso el proyecto teatral la Barraca de Lorca, o la constante inauguración de bibliotecas y casas del pueblo a la que acudieron a dar discursos Lorca o Machado, tanto antes de la guerra como durante ésta. Y no olvidar la implicación de muchos de estos intelectuales en las milicias de cultura, dedicadas a alfabetizar y educar en el frente a los soldados que lo requerían, junto con la puesta en escena de teatrillos y recitales poéticos. Destacable aquí la labor de Hernández, Alberti, María Teresa León, Emilio Prados o Garfias.
¿Qué tareas faltan en la secundaria -tú que eres profe, te lo sabes-, para recuperar a nuestras cabezas, nuestros referentes, nuestra inteligencia, nuestra historia…? ¿Qué tenemos que hacer? ¿Cuál es nuestra deuda pendiente con los chavales de ahora?
No son buenos tiempos para la literatura del exilio, ni para la literatura en general. En las programaciones  priman los contenidos de lengua frente a los de literatura y esta se convierte en una simple lista de obras, autores y características sin tiempo para profundizar. A todo esto se añade el profundo desinterés y el desconocimiento por estos autores que, le pese a quien le pese, forman parte de nuestra historia, de nuestro legado cultural, de nuestra razón de ser. La única forma de abordar a estos autores, por otra parte tan atractivos para nuestros jóvenes, tanto en la  forma como en el fondo de sus obras, es transversalmente, en forma de trabajos, profundizaciones, exposiciones…La carga de horas lectivas y el apretado programa no lo ponen fácil, la verdad.
Los hijos de todos estos autores exiliados, ¿qué ha sido de ellos?, ¿se conoce algún caso de literatos? ¿Por qué no siguieron la senda?
No se conocen muchos casos de hijos de exiliados que siguieran la senda familiar. El caso de Julián Marías, y alguno más. Pero la llamada segunda generación de exiliados o la llamada generación de México, salieron muy jóvenes de España y ya escribieron como autores hispanoamericanos, la tierra que los acogió y que la mayoría nunca abandonó: Marichal, Nuria Parés, Tomás Segovia o Manuel Durán.
Háblanos de obras imprescindibles de la historia de nuestra literatura reciente, lo que tenemos que leer sin falta, etc.
“Necesitamos autores comprometidos, lúcidos y con el don de la palabra y de la técnica, con un espíritu crítico y un alma libre, capaces de emocionarnos, removernos, conmovernos, indignarnos, calarnos hasta los huesos”.
Hay autores que me parecen imprescindibles pero que no entran en los circuitos de ventas ni en los libros de texto porque son incómodos para el poder. Hablo de autores como Alonso de Santos, Belén Gopegui, Rafael Chirbes o Miguel Sánchez Ostiz. Yo creo que hay que leer todo cuanto caiga en nuestras manos, todo título que nos parezca sugerente, un libro que nos recomiendan, pero es verdad que la izquierda necesita profetas literarios, autores comprometidos, lúcidos y con el don de la palabra y de la técnica, con un espíritu crítico y un alma libre, capaces de emocionarnos, removernos, conmovernos, indignarnos, calarnos hasta los huesos. Necesitamos catarsis literarias como las que supusieron en su momento La madre de Gorki, o Siete domingos Rojos, o Cien años de soledad, o Campo de los almendros.
Sender, ¿por qué no se encuentran sus Siete domingos rojos, por ejemplo, en librerías, ahora? Él volvió porque dejaba muertos aquí, ¿verdad? Otros como Aub no volvieron a esta Gallina Ciega que aún es España, o lo que queda de ella…
El caso de Sender es realmente un ejemplo terrible del espanto que se vivió y de lo caro que aún pagamos sus consecuencias. Veraneaba con su mujer y sus dos hijos pequeños en San Rafael, un pueblo en la sierra de Guadarrama, aquel infame verano del 36. Cuando estalla el golpe, Sender se dirige a Madrid y manda a su familia a Zamora, la ciudad de su esposa, Amparo Barayón, creyendo que estarían más seguros. Sender se alista, se va al frente y su esposa se queda allí con sus hijos: Andrea, de siete meses y Ramón, de dos años. El 11 de octubre Amparo es detenida tras la denuncia que interponen un grupo de mujeres falangistas a las que conocía desde su niñez. Es acusada, junto a otro grupo de mujeres por sus simpatías republicanas y sus actividades anarquistas en revistas, escritos y mítines junto a su esposo. Dos de sus hermanos también habían sido fusilados unas semanas antes. La niña, debido a su corta edad, permanece con ella en la cárcel hasta su fusilamiento sin juicio, y, luego, ambos niños son entregados a la familia paterna. En 1937, a través de la Cruz Roja Internacional, Sender consigue reencontrarse con ellos en Bayona. Allí los deja al cuidado de unos conocidos y, tras la guerra, marcha con ellos al exilio. Nunca olvidó, nunca perdonó. Episodios así no se curan, no cicatrizan. Volvió a casarse pero siempre quiso regresar, e intentar comprender. Su hijo Ramón escribió en 1980 una novela titulada Muerte en Zamora, en la que cuenta el terrible final de su madre y toda la oscuridad y la venganza que rodeó aquel verano de su infancia.
Sender estaba obsesionado con regresar. A partir de 1976 empieza a pasar temporadas en España; en 1980 solicita de nuevo la nacionalidad española pero antes de  trasladarse aquí definitivamente muere en 1982 en EEUU.
Despertar conciencias
¿Quién puede odiar la cultura, tener miedo al conocimiento, a crecer? Esto es muy sintomático de una gran enfermedad patria, ¿no crees?
“Castilla miserable, ayer dominadora,/ envuelta en sus andrajos, desprecia cuanto ignora”. Estos versos de Antonio Machado retratan perfectamente esa enfermedad, ese mal endémico de  nuestro solar patrio desde tiempos remotos, y que la República se empeñó en erradicar. Cuándo pienso el terrible precio que pagaron los maestros y maestras que protagonizaron aquel sueño…
Para el poder -que se estructura siempre en oscuros entramados y se alimenta del miedo, la apatía y el desconocimiento-, la cultura es incómoda. El cine, los libros, el teatro son peligrosas armas, porque en ellos se gestan y se transmiten ideas diferentes, y pueden abrir los ojos y despertar conciencias.
Tú hablas con pasión, transmites, pero no es el caso general de nuestras generaciones. ¿Crees que falta vocación en profesiones tan sensibles como el magisterio? ¿O es que hay mucho látigo y mucha concesión en lo que debería ser totalmente firmeza y no pasarán?
En la educación hay de todo. Gente que llegó porque no había donde ir, los que llegaron sin saber ni cómo y los vocacionales, que compraron billete de ida con consentimiento e ilusión. Los alumnos los calan en seguida. Son los que mejor pueden contestar a esta pregunta. Lo que sí te puedo decir es que es una profesión que trabaja con material altamente sensible, con mentes moldeables y llenas de fantasías, con futuros hombres y mujeres que podrían cambiar el mundo o hundirlo en la miseria irremediablemente. El factor motivación es muy importante, pero no es unidireccional. El alumno necesita ser motivado pero el profesor también, y la excesiva burocracia, el control casi “de oficina” y el trato deshumanizado  de la Administración y sus adláteres minan muchas vocaciones y desaprovechan muchos talentos. Aunque, en realidad, yo creo que es lo que realmente quieren, un profesorado gris, adocenado y agotado que no abra fisuras ni grietas por las que puedan colarse insurgentes al sistema.
Milicias culturales, antecedentes familiares, es decir, cuando una persona tiene una buena base como tú -cuéntanos de esto-, es cuando yo creo que puede pasar el testigo. Tu abuela fue de armas tomar, un ejemplo, tú has tenido aliento libertario, buenos antecedentes, también tu padre, ¿no es así?
“La Transición fue una estafa. No se limpiaron las cloacas, no se exigieron responsabilidades, no se abrieron las cunetas, no se pidió perdón ni se exigió justicia”.
Soy lo que soy por lo que me legaron. Mi abuela fue miliciana de cultura, perteneció a Mujeres libres, se puso el mundo por montera, y luchó por el sueño republicano hasta su último aliento. Se pasó la juventud ayudando a la resistencia clandestina, su casa fue piso franco de la CNT en el exilio, y visitar penales franquistas para poder ver a mi abuelo fue su rutina durante quince años. Perdió un hijo que llevaba en las entrañas y tuvo que parir ya muerto, tras una de las muchas detenciones y registros que la policía franquista hizo en su casa. Nunca olvidó, nunca calló. En los tiempos del silencio a mí me lo contó todo con pelos y señales: nombres, fechas, personas implicadas. Mis nanas de cuna fueron “A las barricadas”, “Ay Carmela” y “Puente de los franceses”. En mi casa nunca se tuvo más miedo del estrictamente necesario. La política y la memoria histórica eran temas omnipresentes. Franco era el dictador, dio un golpe de Estado, generó una guerra civil y nos condenó a cuarenta años de fascismo a la española. Con seis años asistí, sin saberlo, al encuentro histórico de varias mujeres del 36 pertenecientes a Mujeres libres que volvieron del exilio y tomaron café y bollos en casa de la dirigente anarquista Suceso Portales. Vi cómo mi abuela lloraba con el regreso de Federica Montseny, de Lola Iturbe, de la Pasionaria, de Alberti. Pero ella no se fiaba de aquella monarquía, de aquella libertad vigilada. “Son de la cáscara amarga” me decía algunas veces cuando alguien hablaba de política y soltaba alguna incongruencia “progresista”. Los calaba rápido, yo también. Mi padre fue, y es, siempre más racional, menos soñador, más pragmático. La anécdota que mejor lo define es lo que le contestó a una dependienta de una frutería que atendía a una señora mientras él esperaba turno. La clienta se interesaba por unos tomates y le reiteraba a la dependienta que los quería “muy rojos y bien duros” a lo que mi padre, no dudó en apuntar  “de esos, señora, ya quedamos pocos”.
¿Por dónde empezar ahora a construir sobre tanta miseria, tanta , con perdón, tanta mierda, porque como el otro día comentaba Armando López Salinas… esto ya es un montón de mierda, lo que tenemos?
Por el mismo sitio que empezaron ellos, los viejos luchadores, por abajo, por los cimientos. Las escuelas, los barrios, cualquier lugar en el que haga falta que alguien sea ayudado. Hay muchas formas de lucha y todas son válidas. Transmitir ideas, divulgarlas, crearlas, es una faceta tan necesaria como crear asociaciones obreras o centros culturales alternativos, o crear presión en la calle. Cada uno debe aportar su granito de arena para limpiar las cloacas, dentro de sus posibilidades y de sus capacidades. Cada persona debe dar lo mejor de sí y hacerlo con generosidad y sin echar en cara a otros si lo que aportan a esa necesaria reconstrucción es más o es menos tanto en calidad como en cantidad.
¿Cuál crees que puede ser ahora la tarea de la intelectualidad, de la literatura?
La que siempre tuvo, la que le corresponde en la historia: conmover, emocionar, despertar conciencias, generar ideas, revelar lo que otros no ven, ayudar a conocer el mundo y a conocernos a nosotros mismos, dar voz a quien no la tiene…poca cosa. Siempre habrá quien considere que esa no es tarea de la literatura ni del arte. Pues muy bien. Yo sí lo creo. El creador genera su obra en contacto con el mundo y la realidad, y eso es inevitable.
La invisibilidad de personas que valen pero no interesan, la que se está dando ahora tiempo de mediocridad, en que sólo tiene micro el imbécil o es domesticado, ¿no crees que es un delito social?
“Todo formaba parte de la gran puesta en escena: La chaqueta de pana, la libertad sin ira, el olvido, la página pasada sin leer…y los republicanos exiliados volviendo a casa y siendo recibidos por el delfín de Franco maquillado para la ocasión”.
Pues sí, sí lo es. Pero ay del que crea que será reconocido por los que él mismo apunta como culpables. Si viene a reconocerte o a darte un premio el mismo que tú  condenas, malo, malo…, es mejor moverte en otros círculos. El problema es que para divulgar tu obra necesitas canales y, por desgracia, sólo hay dos formas de utilizarlos: caerle bien al Sistema, presentarte a sus premios, entrar en sus circuitos o tener padrinos en circuitos alternativos que estén dispuestos a echarte una mano y hacerte visible. A veces todos pecan de lo mismo: si no te prodigas, y no acaricias algún que otro ego, estás perdido. Hasta los disidentes tienen sus camarillas y llevan mal que alguien sobresalga.
Has participado recientemente en un seminario sobre II República y literatura, dinos, ¿qué conclusiones has sacado de esta experiencia universitaria?
Fue muy interesante, porque los profesores de secundaria estamos muy aislados de lo que hacen en la Universidad y viceversa. Deberían facilitarse los intercambios y los contactos. Para mis alumnos también fue muy enriquecedor vernos fuera del aula y dando una conferencia en otro ambiente y con otro registro.
Pues para mí también ha sido muy enriquecedor compartir esta conversación. Que sigas tan estupenda. Y dejo una intervención tuya en Olvida tu equipaje sobre los escritores ante la II República, con este enlace:
http://www.ivoox.com/12-4-13-escritores-ante-ii-republica-audios-mp3_rf_1946432_1.html
¡Salud!
Y, además…, poeta
Cuenta todo lo que consideres que se nos ha quedado en el tintero, háblanos un poco más de ti, ¿por dónde paras, qué haces, cómo te mueves, cuál es tu lucha, además de todo lo apuntado Hablar de mí siempre me resulta algo pudoroso, je, je. Creo que me defino muy bien en un poema autobiográfico de mi primer libro de poemas, autoeditado y sin complejos, que se titula Ropa tendida al viento:
Autorretrato
Nací en un año impar,
en primavera,
en los últimos estertores
del franquismo.
Tuve una buena infancia,
aunque siempre habitaba en la tristeza.
Crecí entre libros, mimos de mi abuela
y solícitos cuidados paternales.
Pero no fui feliz.
No pude protegerme de la lluvia,
ni del primer zarpazo de un amor de domingo,
ni del oscuro perfume
que deja la inocencia abandonada.
Descubrí el egoísmo, la mentira,
la oquedad en el fondo de un abrazo,
la falsa risa resonando al fondo,
y el profundo dolor de un paso en falso.
No supe renunciar a la ternura,
ni huir a tiempo de las tempestades,
ni soportar callada la injusticia…
Y conocí el sabor del primer beso,
la profunda verdad de una caricia
la entrega sin reservas a la vida
y el “adiós para siempre” necesario.
He amado, he conocido, he fracasado,
bailé con la alegría y con la pena
un baile de frenéticas piruetas.
Y he probado los tragos más amargos
junto con el dulzor de una sonrisa.
Y desde aquí contemplo lo que queda
todavía por vivir,
por llorar,
y por llevar a cuestas.
Poco puedo añadir. Mis tres pilares básicos son la poesía, la enseñanza y la reivindicación de la memoria histórica, la memoria de los vencidos. No me gusta venderme, ni pertenecer a clubs y camarillas. Amo a quien me ama, respeto a quien me respeta, admiro a los humildes en su grandeza y a los que me emocionan (que no son muchos, pero ellos ya lo saben porque no me duelen prendas en decírselo siempre que tengo ocasión, y no pierdo el tiempo con los que me odian o me desprecian porque, para qué… He publicado sobre todo poesía: Poemario a dos voces, ed. La factoría de ediciones. Ropa tendida al viento, BUBOK, Oscura cicatriz, BUBOK, Últimas voluntades, BUBOK
Poética Armilar, ed. Lapizcero Indignhadas, ed. Unaria ediciones y
Esa helada verdad de la belleza, ed. Quadrivium.
Para el próximo abril tengo en proyecto con Unaria ediciones El hilo de la memoria, una miscelánea de textos en verso y en prosa sobre la memoria histórica de mi familia, tejido a través de mis recuerdos familiares y mis reflexiones sobre el tema. Por lo demás seguir adelante, si me llaman y me interesa voy, si no cuentan conmigo tal día hizo un año, yo sigo escribiendo y reconociéndome en lo que hago, con dignidad; lo demás es sólo impostura, y sobra.

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