Este poema es una mirilla
-no es real, sólo está pintado-
como el ojo de un camaleón.
Puedes asomar,
adentrarte en su esqueleto
e imbuirte en su impúdico color.
Mimetízate conmigo en el poema,
vístete de tinta de fuego
y en dos minutos...
desaparece.
No es necesario que te desnudes,
sólo despiójate de atavismos.
¿Ves qué fácil?
Ya no existes. Eres ficción.
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