Respeta la obra, respeta al autor

Respeta la obra, respeta al autor
RESPETA LA OBRA, RESPETA AL AUTOR

RETRATO POR ANA VEGA

A ella los hombres le parecían todos iguales, mismo patrón, actitudes, movimientos, y nefasto criterio de realidad. Todo falso. Le costaba entender que su experiencia hasta ahora no se convirtiera en la medida exacta que la balanza marcaría siempre. Todo mentira. Error ajeno o propio, ensayo y error, siempre pérdida al fin y al cabo, retroceso incluso, parálisis, pero nunca nada más, algo que se estanca. Historia que se repite con cada hombre, una y otra vez, hasta el cansancio, hasta creer que todas las historias son la misma historia, distintos personajes pero mismo núcleo, mismos comportamientos. Ella abandona el ring sin apenas darse cuenta, se abandona ella misma, se aleja, la distancia es ya inquebrantable. Un muro de cimientos fuertes que la mantiene a salvo de los otros, donde se funden pasado y presente, allí donde el futuro se diluye en algo que ya no importa, pues para ella no existe. No hay nada, ya nada. La palabra “nunca” tatuada de forma invisible en su espalda. Una forma de mirar difícil de describir, pues en ella no existe horizonte alguno. Se pregunta si es posible que te arranquen algo que en realidad no tienes, confianza, fe. Es en ese mismo instante cuando se ve reflejada en todas y aquellas miradas que tanto desprecia. El vacío del que huye la ha devorado por completo. Escasas diferencias entre aquello de lo que huye, por tanto, y aquello en lo que se ha convertido. Misma balanza para todos y con cierta fidelidad hacia dicha ecuación, mismos resultados. Finalmente la vida puede transformarnos en el verdugo que tanto odiamos. Tan sólo sustituir herida por herida, tan sólo eso.



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